sábado, 10 de octubre de 2009

El asesinato del MNR

Qué lejos quedaron los tiempos en que la barzolas defendían las consignas del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), cuando campesinos y mineros llevaban en hombros a Victor Paz Estenssoro, y el MNR era un partido de masas. La debacle, sin duda, empezó cuando dejaron la organización en manos de la tecnocracia liderada por Gonzalo Sanchéz de Lozada que convirtió al partido en una empresa.

Pero aún así pese a los desaciertos, pese a las privatizaciones, a los negociados, en fin, pese a todo lo malo que pudo significar el MNR. O si se quiere mirar al reves, pese a los aportes cómo el voto universal, la nacionalización de las minas, la reforma agraria, la participación popular, el Bonosol y, ayudanos Dios mio, la capitalización, no merecía un final tan poco digno. Lo leyeron bien almas caritativas, no merecia un final tan poco digno, tan miserable, tan mundano, tan lleno de piltrafas.

En efecto, el MNR murió asesinado por la cobardía de sus dirigentes encabezados por Guillermo Bedregal que cambió por 30 monedas el partido y el cruel asesinato fue ejecutado por la única persona que podía devolver algo de las glorias pasadas. Ese alguien fue Germán Antelo, quién se pasó por las solapas toda la historia movimientista cambiandola por un curul en el senado.

Muerto el partido, vinó el ridículo, cómo el Cid el MNR decidió seguir atado al caballo y de la mano de Nagatani ahora va como segundon en un frente desconocido (MUSPA) a un futuro incierto queriendo librarse de tan triste final y así poder agarrarse del balandrán de la muerte y marchar rumbo al olvido.

Al menos debieron preparar un final más honroso.

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Jaime Durán Chuquimia
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