jueves, 2 de junio de 2011

Paralelo 52

Por: Ramón Rocha Monroy


El proceso actual es una auténtica marejada popular, un tsunami social, una riada incontrolable y, por ello, parecida a la de la revolución del 52, incluso en el perfil de sus críticos. 

En primera fila estaban las víctimas de la revolución: los hacendados, los abogados, los políticos del viejo régimen, que veían su heredad destruida como si fuera la caída de la casa Usher. ¿Tanto esplendor construido desde la fundación de la República para que el país se llenara de campesinos, de mineros, de milicias armadas? 

Otros no habían perdido nada, salvo sus creencias y adhesiones sociales, y por eso se lamentaban como el doctor Zhivago, que tenía todo el derecho de pensar en su vida destruida por la revolución, pero carecía de la sensibilidad para comprender el nuevo tiempo. 

Como en la Revolución Francesa, los ciudadanos en la cúspide del poder eran obreros, campesinos, sastres, carpinteros, talabarteros. Como en la Revolución Rusa, los comisarios y camaradas eran sombrereros, verduleras, barzolas, gente de medio pelo. ¿Cómo habían osado expropiar no sólo minas y haciendas, sino ideas y principios que inflamaban a los intelectuales antes, durante y después de la Guerra del Chaco? ..... (Leer más)

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