sábado, 30 de abril de 2011

Tolstoi, entre la guerra y la paz

Por: Carlos Antonio Carrasco

En el mundo de las letras se conmemora el centenario de la desaparición de León Tolstoi, con incontables eventos y coloquios de especialistas en el egregio escritor. En París, llamó particularmente la atención el concierto de la Sonata para Kreutzer, de Beethoven, intercalado con la lectura de la comedia que con el mismo título inspiró a Tolstoi para ridiculizar la pasión que despiertan los celos. Un virtuoso violinista y una eximia pianista rusos ejecutaron la lírica en el gran salón de Los Inválidos, cuyos muros de históricas piedras ofrecieron un notable marco romántico.

Luego,  la presentación del drama El poder de las tinieblas que como parte de su prédica moral en su reconversión al cristianismo, Tolstoi redacta basado en aquel hecho real que se ventiló en el juzgado de Tula, en 1880. Ocurrió que un campesino fue condenado a trabajos forzados por una relación incestuosa y por el asesinato de un párvulo nacido de esa unión. Como en Anna Karenina, el adulterio es otra vez tema central de la preocupación moralista del gigante ruso, cuyo propósito didáctico está claramente expresado así: “aquél que mirase con malicia a la mujer ajena, ha cometido ya adulterio en su corazón. Si tu ojo derecho te hace caer en la tentación, arráncatelo y échalo lejos de ti…”. (Mt. 5, 28-29)

Esos actos recordatorios, unidos al lanzamiento de las 1.072 páginas de la primera traducción al francés de la autobiografía de Sofía, la sumisa esposa del escritor, basada en su diario íntimo, se convirtieron en munición letal para exhumar al autor de Resurrección y revelar su vida oculta en el paraíso rural que construyó en su retiro Iasnaia Poliana. Sofía trajo al mundo trece niños, sin contar los abortos, fruto de su unión con el genio cuarentón que, desde sus 18 años, la sometió a ser su musa, su asistente (ella ponía en limpio sus manuscritos), su prisionera, su amante y su alma gemela. No obstante, Lev Nicolaievitch Tolstoi diariamente repetía que la odiaba por inducirlo al pecado de la carne pero, al mismo tiempo, la amaba porque no podía evitar pecar. El martirio de esa mujer inteligente y cultivada llegó al extremo que testimonia en.... (Leer más)

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